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¡Descubre la fauna salvaje de la Val d’Aran en una ruta única
por los alrededores de Bossòst!

Varias esculturas repartidas por el paisaje invitan a conocer algunos de los animales más emblemáticos de nuestras montañas. Cada punto muestra curiosidades, hábitos y el hábitat de las especies que comparten territorio con nosotros.
Una experiencia educativa, lúdica y familiar para reconectar con la naturaleza y reivindicar la riqueza del entorno.

1. Caballo pirenaico catalán

Pasad, pasad. Os invito a conocer algunos de los habitantes de los bosques y montañas de la Val d’Aran.
Soy un caballo pirenaico catalán, raza autóctona que me he adaptado a las duras condiciones de vida de la montaña gracias a mi robustez y resistencia.
Tradicionalmente, he trabajado en tareas agrícolas y ganaderas, y todavía me puedes ver pastando en las praderas alpinas de la Val d’Aran. Mi presencia ha sido clave para la economía local y la conservación del paisaje.

2. Marmota

Soy un roedor de montaña muy sociable y vivo en grupos familiares organizados. Durante los meses cálidos, acumulo reservas para pasar el invierno en estado de letargo. Es fácil identificarme por mi característico silbido de alerta, que emito cuando detecto depredadores. En verano me puedes observar en praderas alpinas por encima de los 1.500 metros, a menudo encima de rocas soleadas, donde tomo el sol y, también, tengo mejor visibilidad para vigilar el entorno.

3. Rebeco

Vivo en terrenos escarpados, donde llego hasta los 3.000 metros de altitud. Mis patas están adaptadas para que pueda desplazarme con agilidad por rocas y pendientes pronunciadas, y mi pezuña flexible me permite andar sobre la nieve sin hundirme. En invierno bajo a zonas boscosas a buscar comida, mientras que en verano puedes verme en las partes más altas de las montañas.

4. Urogallo

Soy uno de los pájaros más emblemáticos de los bosques del Pirineo. Tengo una envergadura que puede llegar a más de un metro, y soy una especie discreta y difícil de observar. Los machos tenemos un canto muy característico durante el periodo de celo, entre mayo y junio, para atraer a las hembras. Soy una especie protegida porque estoy en regresión.

5. Búho Pirenaico

Soy una pequeña ave rapaz nocturna que vivo en los bosques de la Val d’Aran. Tengo una gran capacidad para adaptarme a entornos fríos y utilizo cavidades construidas por picamaderos negros para instalar mis nidos. Soy muy difícil de observar y mi canto se oye durante los atardeceres de invierno y primavera. Mi presencia es un indicador de la buena salud de los bosques.

6. Águila real

Soy un ave rapaz situada en la cumbre de la cadena alimentaria, capaz de sobrevolar grandes distancias gracias a mi envergadura de más de dos metros. Tengo una visión excepcional, capaz de detectar presas desde centenares de metros de altura.
Mi presencia es un buen indicador de la riqueza ecológica del entorno.
Según un dicho, «cuando una aguja de pino cae en el bosque, el ciervo la oye, el oso la huele y el águila real la ve».

7. Tritón Pirenaico

Soy un anfibio endémico de las zonas de montaña, donde habito lagos, ríos y riachuelos de aguas frías y cristalinas, donde haya lagunas. Mi presencia es esencial para evaluar el estado de los ecosistemas acuáticos, ¡ya que actúo como bioindicador de la calidad ambiental! Actualmente, soy una especie protegida por la pérdida de hábitats y por las alteraciones derivadas del cambio climático, factores que afectan a mi supervivencia y distribución.

8. Oso Pardo

Soy uno de los mamíferos más grandes de los Pirineos y sigo un ciclo estacional muy marcado.
En otoño acumulo grasas para pasar el invierno en letargo. En primavera salgo de mi madriguera para recuperar energía y asegurar la supervivencia de mis crías. En verano busco pareja y el ciclo vuelve a empezar. Mi dieta es omnívora, e incluye frutos, raíces, miel, insectos y, ocasionalmente, algunos mamíferos. Mi presencia en la Val d’Aran forma parte de un proyecto de conservación para garantizar mi supervivencia en este territorio.