La más bella leyenda que cuentan los ancianos del Valle fue real como la vida misma y tuvo lugar en Bausén (Bajo Aran) a principios del siglo XX. En aquel tiempo la Iglesia todavía tenía un gran poder sobre la vida de los feligreses.

En los años 1920, dos jóvenes de este encantador pueblo se enamoraron tan tiernamente que su amor cautivó a todos vecinos. Cuando decidieron casarse, el párroco les exigió una gran suma de dinero como dispensa por el hecho de estar emparentados, aunque fuera un parentesco lejano, y no cedió a las suplicas de los dos enamorados.

Sin embargo, ellos decidieron seguir con su amor y vivir juntos, hasta que Teresa enfermó y murió con solo 33 años. Tampoco entonces el párroco accedió a darle santa sepultura en el cementerio del pueblo.

Indignados por esta decisión y ante la desesperación del desconsolado joven, todos los vecinos si excepción, cavaron otra fosa y la enterraron con toda dignidad en el cementerio civil donde reposa, y donde cada año su hijo, fruto del amor que vivieron, deposita flores frescas.

Se trata sin duda de la tumba más famosa de la Val d’Aran, situada a las afueras del pequeño pueblo de Bausen. El apacible lugar es conocido como El Coret, al final de un camino de montaña que desemboca en una planicie poblada de acacias después de hundirse bruscamente en el terreno. Desde allí se domina el magnífico valle de Torán.

Este cementerio pagano, el más pequeño de España, acoge una única tumba y una de las más bonitas historias de amor jamás contadas.